Un empujón que se repite. Un apodo que denigra. Un insulto cada vez que le toca salir a la pizarra. En la escuela o en el instituto, existen muchas formas de ejercer y sufrir violencia entre iguales y muchas formas de tratar de acabar con ella. Es una responsabilidad conjunta de la comunidad educativa, los padres y los compañeros evitar que el acoso escolar siga existiendo.
La escuela debería ser siempre un espacio en el que sentirse seguro. Los esfuerzos deben centrarse en la prevención. Los pilares son:
Establecer mecanismos de denuncia y petición de ayuda de fácil acceso e identificados claramente en el centro.
Fomentar el empoderamiento de los niños y niñas para que se sientan responsables en la lucha contra el acoso escolar.
Educar en la asertividad, la empatía, el pensamiento crítico y la evaluación de las consecuencias de los comportamientos.
Una vez establecido el acoso su impacto sobre la salud mental de la víctima puede desencadenar diferentes trastornos mentales.
El tratamiento de primera línea será siempre la psicoterapia.
En los casos en los que la intensidad de los síntomas sea moderada-grave o se alargue en el tiempo y en aquellos casos que la respuesta a la psicoterapia sea incompleta se ha de añadir un tratamiento farmacológico específico para el trastorno presentado. Con frecuencia son necesarios antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos o estabilizadores del ánimo para poder encontrar una estabilización clínica.
POR ICÍA NISTAL